Agujero negro: ECO

-Amor- dijo ella.
-Mort... mort... mort...- fue su respuesta.

He aquí el eco masculino a una voz femenina.

Crónica: "Esta noche"

Es de noche y hace un poco de frío, el necesario para que de vez en cuando sienta mi piel erizada.

Hoy estoy sentada en la misma calle en la que me siento todos los días, después de concluir mi jornada académica, para esperar un medio de transporte, flota o pirata, que me lleve al Km. 9 Vía Pamplona.

Pero esta noche es algo distinta, estoy sola. Normalmente hay tres piratas (como mínimo), y en esas ocasiones me he dado el lujo de rechazar y elegir el que me plazca; mas cuando he llegado antes de una hora en punto para abordar la Flota Cáchira he ahorrado $500.

Aunque no hay más gente en mi situación, ni transporte, el local de máquinas paga monedas “Diversiones Guarín” deja oír el reggetón del momento, el usual timbre de las máquinas, el teclear de un mundo ansioso por un premio, todo esto detrás de mí. Mas en frente veo luces de automóviles transitando, oigo el crujir de los motores, uno que otro pito y los pasos de quienes caminan por la acera mientras permanezco con la mirada fija en la hoja aún en blanco.

Miro de nuevo a mi alrededor y pienso: “Puedo quedarme otro rato para esperar que alguien pase…, o… Mejor me quedo en Bucaramanga, ya es muy tarde, pero… ¿En dónde?”

En ese momento aparecen dos señores, uno dice que va para el Km. 16 y el otro parece un amigo. Ellos me preguntan para dónde voy y permanecen sentados a mi izquierda hablando de sus amigos, de sus trabajos, del clima, del transporte para “arriba”, de cuánto le ha tocado pagar para que lo lleven a la casa. De repente, noto que bajan el volumen de la conversación y yo cambio el foco de mi atención, estoy segura de que habían percibido mi atención en su charla.

Pienso en mis deberes académicos, en la UIS y en mis amigas; ahora recuerdo que hay una crónica que debo escribir, que he pospuesto por falta de un tema y un espacio propicio, mis pensamientos me dicen que la haga, que la hoja en blanco que he visto no quiere un dibujo, ni un garabato, sino una crónica. No obstante, me saca de mis pensamientos una voz que me invita:
-Vamos, ¡yo los llevo!
Nuevamente dirijo mi mirada a ellos y el señor que vive en el Km. 16 me dice:
- ¡Camine! No hay ningún problema.

Mi desconfianza no me permitía entender el porqué de la cordialidad, me preguntaba por qué no nos había dicho eso desde un principio. No me aguanté y le manifesté mis inquietudes a mi cuasi vecino; él me respondió que su amigo vivía en Morro rico y por amistad lo llevaría a él…
- Y pues… A usted cómo la va a dejar siendo qu’el va pasar por donde usted vive.

Confieso que confié en mi vecino de ruta y me dirigí con ellos hacia un carro blanco, Renault 9 algo deteriorado. Ya estaba sentada en el puesto de copiloto y pensé en mi papá, con quien había hablado media hora antes (Él también estaba en Bucaramanga y quizás no demoraba en llegar a la plaza Guarín); para mi sorpresa, mi celular empezó a vibrar, miré su pantalla y vi que era mi padre:
- Hola Lily, ¿Dónde anda?
- Ya estoy subida en un carro, pero no ha arrancado… Ya viene o qué.
- Espéreme, yo la llevo… Los doctores me prestaron la camioneta.
- ¡Ah! Listo… Entonces ya me bajo y pues… Lo espero donde siempre, donde se espera el transporte.
- Bueno… Pero si ve que está feo se va mejor para la bomba.
- ¡Fresco! Entonces lo espero. Chao pues…
- Chao.

Me disculpé mientras me bajaba y me acerqué a la única caseta del sector que a esa hora existe, me compré un paquete de papas y me senté en el mismo lugar en el que me siento a esperar transporte todos los días o noches, después de concluir mis actividades en Bucaramanga.

Pasaron veinte minutos para encontrarme con mi padre, tiempo suficiente para dejar casi lista esta redacción.

Y hoy, un nuevo día, cuando doy por terminada mi tarea, pienso: “¿Cómo será esta noche, cuando me siente a esperar transporte?”

Por ti

Tus manos despliegan los mejores aromas
que mis oídos hayan percibido.

Al tomar entre tus manos ese mágico instrumento te vuelves un niño juguetón.

Pero, hablar de sólo de tus manos
sería una grave falta. Tu sonrisa es la ideal parada en la que quisieran reposar estas y otras líneas.

Eres la playa en la que quisieran
caminar mis sueños.

Y esos pies tuyos, prestos a caminar y hasta correr en pos de la justicia y el arte, transitan en mis duermevelas.

Tus ojos erupcionan una grandiosa
melodía improvisada que
este cuerpo ya no resiste.
En ellos yo me pierdo y
por ellos también.

Eres el acento que aparece en los momentos
inesperados de mi compás.

Y por ti, por todo tú,
soy unísono al ritmo de tu vida.

Sin-an-estesia

Cuando se despejó su mente cesó la lluvia en sus ventanas.
Pero se precipitó una gran tormenta de arena en su puerta.
Ahora que él se ha ido, a ella retornó el invierno quemador; yace sola y con frío…
Tirita mientras su mente alucina, murmullos de aguas salinas pero tranquilas,
frescos y suaves vientos acariciaban cada poro de su piel torrentosa.
Ella pretende estar segura en su soledad ambigua, sin saber que las nuevas hojas otoñales le empañarán el parabrisas y terminará estrellándose contra la primavera, que aterrizará sin él, pero con maravillosos perfumes y melodías mudas.

¡Qué lástima que para ella no exista ni el ciclo ni las cuatro estaciones!

R.I. P. Mario Benedetti

“Todo verdor perecerá
Dijo la voz de la escritura
Como siempre
Implacable […]”

Firme, ágil, cómico, nostálgico, estético y social.
Eso debería decir tu tumba.

Yace sin aliento lejos de mí.
De mi cuarto,
De mi casa, que apropósito no es mía, pago arriendo.
Pero tu Táctica y estrategia prevalecieron en
Mi más hermosa habitación, esa que es mucho más desordenada que la instalación desde donde te escribo.

Ustedes y nosotros lo extrañaremos y con sabiduría leeremos como un Credo su testamento Mucho más grave: Como siempre, Estados de ánimo y Soledades, Viceversa; Vas y venís, Por suerte somos otros…Intimidad…

Si te quiero es porque fuiste un hombre que miró el cielo, la tierra, aún miraste a través de la niebla; con tu estilo bello me regalaste conciencia.

Con La otra copa del brindis no te digo adiós Todavía,
te doy la Bienvenida.
Has llegado a la plenitud de la paz e igualdad que tanto añoraste; más que una lágrima, dejaré que fluyan mis aplausos por tus letras.

Ahora, duérmete, duérmete niño…
Dejarás tus Insomnios y duermevelas.

Mientras tanto, El mundo que respiro, las Geografías de América hispánica, esperará que
de la tierra o de las aguas surja un nuevo
niño, o quizás niña, que juegue como vos.

Agujero negro

viernes, 18 de junio de 2010

ECO

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Mafalda

Deshumano